La música electrónica resonó en el inicio del Taller de entrevistas y perfiles dictado por Victoria De Masi en NAVE de No Ficción, el Festival Iberoamericano de Periodismo narrativo. En una pantalla, palabras en tipografía espacial, iban repitiendo el poema de Mariano Blatt: Diego Bonnefoi.
“Mataron a un pibe por la espalda en Bariloche/ Mataron a un pibe por la espalda en Bariloche/ Mataron a un pibe por la espalda en Bariloche/ Que se llamaba Diego Bonnefoi/ Que se llamaba Diego Bonnefoi/ Que se llamaba Diego Bonnefoi/ Pero la vida sigue igual/ Pero la vida sigue igual/ Pero la vida sigue igual/ Te compraste zapatillas nuevas/ Te compraste zapatillas nuevas/ Te compraste zapatillas nuevas/ Ese es un hecho de la realidad/ Ese es un hecho de la realidad/ Ese es un hecho de la realidad/ A lo mejor algún día/ A lo mejor algún día/ A lo mejor algún día/ Diego Bonnefoi vuelva en formato de música electrónica/ Diego Bonnefoi vuelva en formato de música electrónica/ (..)
Victoria De Masi nació en Tierra del Fuego y es periodista gráfica, trabajó en Clarín y ahora lo hace desde el portal de noticias DiarioAr.com. Cuando terminó el clip y la música se acalló, tomó el micrófono y leyó:
“Hechos de la realidad…”.
Mariano Blatt hizo este poema con una noticia. Hizo algo nuevo con ese hecho de la realidad. Tomó un personaje y lo contó, no hizo una entrada de Wikipedia.
Diego Bonnefoi era un joven que la noche del 17 de junio de 2010 fue asesinado por un tiro en la nuca disparado por un agente de policía.
Victoria De Masi resaltó que no fue una muerte más, nunca lo es, pero en este caso trascendió más allá de lo regional. Diego Bonnefoi era un chico de Bariloche, de El Alto, un conjunto de barrios y asentamientos que concentran la población más pobre, con elevadas tasas de desempleo. Su muerte fue en 2010. Que tampoco fue un año más: ese 2010 se celebraba el año de los derechos humanos.
No se sabía nada de Diego Bonnefoi hasta que un policía lo mató por la espalda.
Si queremos responder a la pregunta de quién era Diego Bonnefoi, se cuenta como punto de partida la respuesta sesgada de lo que se dijo en los medios en el momento de su muerte. Que tenía 15 años, que medía 1,60 metros. Que era hijo y nieto de “chorros”, según el sitio “Ni a palos”. Que había robado una garrafa de una parroquia, según la declaración del policía imputado. Que había ido a la casa de un policía que solía darles droga para vender, según el diario Clarín.
Se cuenta con poco material para llegar lo más cerca posible a su perfil, el que ni sus más cercanos conocían.
La muerte de Diego Bonnefoi generó en El Alto una represión en la que murieron dos personas: Sergio Cárdenas y Diego Carrasco. Sobre este hecho se tiene como dato lo que consta en el expediente.
Victoria De Masi contó que estas muertes produjeron indignación en la sociedad, un llamado de atención. Pero para construir un perfil se necesita tiempo, no se puede hacer desde la indignación. Hay que elegir el punto de vista para pensarlo, el de los vecinos, que lo tenían como pibe problemático, el de los padres, de la policía, de la justicia. De todo ello se toma nota, se amplía y se chequea. La posición del periodista, concluyó Victoria, no es objetiva tampoco, tiene su propio punto de vista y sus valores, pero sí debe recolectar datos que den cuenta de su trabajo.
Para pensar la persona como personaje, sujeto del trabajo, es necesario tomar distancia, dijo Victoria De Masi. En este caso es clave buscar otro punto para verlo, por ejemplo el del policía, que declaró que se tropezó y allí fue que su arma se disparó causándole la muerte a Diego Bonnefoi. El mismo policía que también declaró que la cartuchera de balas que tenía en ese momento no correspondía con el arma, que eran inútiles. Al investigar, tampoco se puede desconocer la realidad en la que trabaja un agente de la fuerza de seguridad del estado, sin que esto justifique nada.
Un perfil es un retrato de alguien, pero intervenido por la mirada y la voz del cronista. Esta mirada y voz propia, aclaró De Masi, no tiene que ver con hacer periodismo del “yo”, sino poner el ojo donde no todos están mirando. Además, encontrar un estilo: la voz propia para contar.
Victoria De Masi habló de la escritura constante, de la lectura. Dijo que no se puede enseñar a mirar, pero se puede entrenar el ojo. Ella lo hace yendo a museos, aunque no sepa de arte. Va, a mirar. También viendo series y películas, pensando los personajes y “robando”, entre comillas, los recursos de guionistas y directores.
Para hacer un perfil, contó, toma a una persona, averigua cosas relacionadas, habla con gente, estudia al personaje. Un perfil es distinto de una biografía, en donde no hay conflicto. Una biografía puede ser una entrada de Wikipedia o una necrológica. En estas existe una cronología de hechos ordenados. En cambio, el perfil tiene más textura, abarcando las circunstancias de la persona que la llevan a los distintos hechos.
En el caso de Diego Bonnefoi, el perfil busca saber qué fue lo que hizo que estuviese en el lugar ese 17 de junio, y qué pasó con esa otra persona que le disparó.
Asimismo, el perfil pone en acción al personaje, arma la escena y la ubica en un tiempo histórico más grande. Victoria De Masi enfatizó esto, el narrar una época a partir de la construcción de un perfil, poniendo el reflector en los distintos aspectos de la historia, donde no hay determinantes de lo bueno o lo malo. En cambio, si de lo que hablamos es de una biografía, esto bueno o malo está determinado y no se sale del personaje que se describe.
Un perfil está rodeado de las voces que dicen del personaje, o dicen algo que el personaje no sabe, no recuerda o nunca diría. Puede pasar que el personaje se sorprenda leyendo su propio perfil.
En un momento Victoria De Masi preguntó si todas las personas son perfilables. Y esto derivó en la idea del interés periodístico que pueda tener esa historia, que tenga un pero, una circunstancia de conflicto interesante.
La entrevista, para la mirada de Victoria, se usa para construir el perfil. Se la rodea de párrafos explicativos, que cuenten el personaje. Este formato de preguntas, respuestas y párrafos explicativos sin embargo, no funciona en todos los perfiles que se construyen. De esta manera se corre el riesgo de utilizar siempre el mismo esquema, un autoplagio de una técnica que alguna vez funcionó. ¿Cómo hacer la diferencia? “Escribir escribiendo, seleccionando, probando”, dijo.
La herramienta con la que se cuenta es la entrevista, que no es una charla entre dos personas amigas. Es un lugar en el que ninguna de las personas preferiría estar. Uno pregunta, el otro responde. Uno observa gestos en la misma respuesta de las preguntas: qué dice, cómo lo dice, y en su persona, cómo viste, cómo trata al mozo. Victoria explicó que observa al entrevistado buscando datos que sean útiles para el desarrollo del texto.
Cómo se selecciona a quién entrevistar, allí hay que buscar las cuestiones de cercanía. Ver el personaje, ver sus relaciones. Se arma una lista de personas que serán las fuentes que se van a usar.
Una entrevista puede comenzar en el mismo momento en que llamamos para contactarnos con la persona. Hablar educadamente, pero preguntar lo que se quiere preguntar es la clave para perder el miedo. Preguntas directas, sin capas, dejando a la persona hablar y escuchando con respeto. Si resulta que el entrevistado se va por las ramas, volver a lo que interesa. O si algo que dice nos hace ruido, repreguntar. “¿En serio?”, pregunta Victoria a su entrevistado, o “lo pincha”, para que hable o diga su verdad, pero no lo confronta con hechos antiguos o del pasado, dichos que figuran en internet de hace años sobre la persona que está entrevistando, cualquier persona puede cambiar de opinión. Pero sí confrontar contradicciones dentro de la misma entrevista.
Por último Victoria habló de cómo cerrar un perfil y cuándo. Puede ser que el perfilado haya fallecido, allí tenemos un punto final indudable. Pero si una persona está viva, hay que ver de qué manera se termina. Puede ser un hecho determinante o algún cambio en el estado del personaje.
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